Érase un hombre a una naríz pegada
Érase una naríz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal bordado;
era un reloj de sol mal encarado
érase un elefante boca arriba,
érase una naríz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal naringado;
érase el espólon de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
los doce tribus de narices era;
érase un narcisismo infinito,
frisón archinariz, caratulera,
sabañón garrafal, morado y frito.
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¿Que otra cosa es verdad sino pobreza,
en esta vida frágil y liviana?
Los dos embustes de la vida humana
desde la cuna son honra y riqueza.
El tiempo, que ni vuelve ni tropieza,
en horas fugitivas la devana,
y en enredo anhelar, siempre tirana,
la Fortuna fatiga su flaqueza.
Vive muerte callada y divertida
la vida misma; la salud es guerra
de su propio alimento combatida.
¡Oh cuánto inadvertido el hombre yerra,
que en tierra teme que caerá la vida,
y no ve que en viviendo cayo la tierra.!
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Mejor me sabe de un cantón la sopa
y el tinto con la mosca y la zurrapa,
que al rico que se engulle todo el mapa
muchos años de vino en ancha copa.
Bendita fué de Dios la poca ropa,
que no carga los hombros y los tapa;
más quiero menos sastre que más capa:
que hay ladrones de seda, no de estopa.
Llenar, no enriquecer, quiero la tripa;
lo caro trueco a lo que bien se sepa;
somos Píramo t Tiesbe yo y mi pipa.
Más descansa quien mira que quien trepa;
regueldo yo cuando el dichoso hipa,
él asido a la fortuna, yo a la cepa.