Sonetos del hereje

Andrés Acosta González
Zufre 2008 y Tres Cantos 2010.

Los tres sonetos del hereje, la Santa Madre Iglesia y la Santa Inquisición de la herética pravedad
Siempre he imaginado con horror el terrible destino de los miles y miles de personas que la Iglesia ha asesinado a lo largo de los siglos. La ejecución en la hoguera, magistralmente descrita por Delibes en su novela El hereje, ha sido utilizada por las Iglesias católica y reformada, pero especialmente por la católica con mucha frecuencia desde el siglo XII hasta el siglo XIX. Pienso que los cristianos deberían tener esto muy en cuenta.
A esas pobres personas que fueron asesinadas por la Iglesia en la hoguera, simplemente por defender sus ideas o sus creencias, dedico estos tres modestos sonetos.

1. EL TRIBUNAL

Dime hereje, ¿te han dicho que debas pensar?
Dime, ¿por qué te has tomado la molestia?
¿No sabes que es la hora de la bestia?,
a la que llaman Papa en Roma, un lupanar.

Arriba, arriba, sobre una amplia tarima
asoman sus bonetes los inquisidores,
escupen las denuncias de los traidores
contra ti, víctima hundida en una sima

llena de terror, asombro y mudo espanto,
donde las serpientes del odio a la razón
lucen bífidas las lenguas de su moral.

Nula es tu defensa en el adelanto
de la sentencia dictada sin corazón;
ellos ya vislumbran hogueras para el mal.

2. LA PRISIÓN

Por el hueco limpio de la rendija
el preso hereje divisa la vida,
la luz y los colores son una herida
muy honda en la retina mientras rija

el tono gris oscuro en la salmodia
y el tenebroso resplandor terrible.
Algún día, pensó en su cubil horrible,
nacerán otras visiones en la historia;

alrededor del Sol la Tierra viajará
con todos dibujando las estrellas,
soñando mundos a miles como Bruno.

Todos los colores del espectro harán
un tapiz inmenso y bello para ellas,
las bellas libres ideas de cada uno,

la herejía perfecta y deliberada,
el dardo en Babilonia derrotada.

3. LA HOGUERA

Las llamas son verdes, azules y rojas,
ya devoran la herejía contrastada
como lo dice la verdad acreditada.
Es la sombra, la que emana de las hojas

de los libros miniados y sagrados,
cantados, recitados y pintados,
adornados, hilados, dibujados,
conciliados, inventados y engañados

para lanzar al aire las cenizas
irisadas en ventisca bendecida
inundando en resplandor dorado

las risas grotescas de rabizas
y la goyesca boca enardecida
frente a la luz del saber atropellado.

Andrés Acosta González Zufre 2008 y Tres Cantos 2010.